12 de noviembre de 2011

Los médicos de hoy

Desde que George Clooney hiciera suspirar a mujeres y hombres en las salas de urgencias de ER allá por los 90, médicos de todo tipo, linaje y personalidad han pasado por la pantalla chica en los últimos años. Los ha habido facheros y dulces, como el doctor Derek Shepherd (alias McDreamy) en Grey`s Anatomy; antisociales y complejos como el doctor House en la serie del mismo nombre; inescrupulosos y mujeriegos como el doctor Christian Troy de Nip Tuck; y hasta súper seductores y metaficcionales como el doctor Ray Ramoray que hacía Joey en Friends.


No es fácil para los hipocondríacos. La multiplicación de programas de esta índole no da respiro y goza de muy buena salud. Siempre hay un médico o médica dispuestos a trabajar horas extras, sostener romances dentro de las cuatro paredes profilácticas del hospital y salvar vidas. En una ciudad real en donde la salud pública se encuentra descuajeringada en conflictos salariales con el poder de turno, la sola visión de cómo podría funcionar un sanatorio en el primer mundo se vuelve no sólo un ejercicio de entretenimiento sino también un acto de anhelo y envidia, y que aparentemente mantiene a la audiencia motivada.

Los médicos (al menos los de la tele) son esos profesionales a los que se les endilga la movilidad ascendente, el mayor ingreso económico, la gloria de pertenecer a una suerte de elite-alfa-protectora y la posibilidad de atraer ciegamente al sexo opuesto. Ser un “doctor” no es cualquier cosa, viene asociado al respeto y al mérito, al trabajo duro y al estudio eterno, al éxito y al atractivo, al orgullo materno y a la vanagloria conyugal (en especial de las mujeres). Ser un doctor, en definitiva, es bueno.

El último de los profesionales de la salud que la maquinaria hollywoodense acaba de expeler hacia las masas es el protagonista de A gifted man, el doctor Michael Holt, un neurocirujano súper competitivo y costoso que tiene un pequeño inconveniente: habla con el fantasma de su ex esposa. Personificado por el ascendente Patrick Wilson, el doctor Holt es interpelado por el espíritu de su ex para que resuelva sus asuntos pendientes. El tema es que los asuntos pendientes de ella consisten en hacer funcionar con escasos recursos una clínica gratuita para personas que no tienen seguro de salud en los Estados Unidos. La experiencia no le escapa para nada a nuestra idiosincrasia: los pasillos están llenos, los casos abundan. Y al doctor Holt, que está acostumbrado a atender a “gente linda” y millonaria, no le va tener que desperdiciar su tiempo en esas cuestiones.

Lo que se ve hasta ahora es una clásica moraleja. En las conversaciones con el más allá, se van contraponiendo esas dos materias que hacen a la profesión: dinero versus vocación. Pareciera que nunca logra ser un combo. El altruismo y la empatía que se supone motivan a todo joven idealista a la hora de abrazar la medicina como carrera (pero sin retribución económica), encarnados en la ex esposa de Holt. Por otro lado, el materialismo, la arrogancia y la justificación de que los ricos “también se enferman” en la piel del médico que parece disfrutar de su laburo cuando cobra caro por ello. En el medio, un continuo peregrinar de personajes secundarios que van y vienen, tienen dinero o no, se enferman y se curan. Todos atendidos, de buena o mala gana, por el doctor Holt.

Todavía es pronto para determinar si A gifted man estará a la altura de los programas médicos clásicos de los últimos tiempos. Recordemos que Nip Tuck tuvo seis bizarras temporadas, Dr. House ya lleva ocho, al igual que Grey`s Anatomy, y ER alcanzó las 15. Tanto tiempo en el aire que todos los que las protagonizan podrían haber hecho una carrera en medicina. Lo que sí está claro es que el mundo hospitalario en la TV genera fanatismo y rating. Hipocondríacos abstenerse.

11 de noviembre de 2011

Hola Walden

Y al final la tierra se ordenó, las tinieblas se apartaron y el espíritu de Charlie Harper ascendió a los cielos. Y al octavo mes desde el despido, los argentinos suscriptos a Warner Channel pudimos ver la nueva temporada de Two and a half men que ya no tiene a Charlie Sheen, pero sí a Ashton Kutcher. Y los televidentes comprendimos que lo hecho estaba bueno y después pudimos descansar tranquilos sabiendo que nuestra serie continúa, y no tan mal.

Todo el mundo lo sabía: era un desafío interesante poder extender el programa de los Harper sin el personaje principal. Pero quedó demostrado que los creadores tienen un rol indispensable en la arquitectura de los guiones que tanto hacen reír y que Jon Cryer (Alan) era una pieza fundamental de la fórmula. Por lo pronto, lo que parecía imposible ocurrió y varios misterios sobre cómo seguiría Two and a half men fueron revelados. Charlie Harper falleció en un supuesto accidente mientras se encontraba con Rose en París. Tras el velorio, al que asistieron muchas de las mujeres que pasaron por el programa, hizo aparición Walden Smith (muy bien interpretado por Kutcher) un multimillonario inmaduro y depresivo que acaba de romper con su esposa. Smith compra la casa y se hace amigo de Alan. Nada muy rebuscado.

Lo interesante y donde hay y seguirá habiendo discordia, es sobre las relaciones que se plantean post era Sheen. Los vínculos resultan ahora inverosímiles. Si bien Alan permanece en la casa como resultado de un acto de misericordia de Smith, el resto de los personajes (salvo el ama de llaves Berta que continuará trabajando allí) no tienen ninguna vinculación con el nuevo dueño. Cómo se desenvolverán esos lazos es intrigante. Otro dato: la incorporación de Judy Greer en el rol de la ex esposa de Walden es desconcertante, ya que la actriz ya había participado de la serie como la hermana de Herb (y no hace mucho cómo para que nos hayamos olvidado).

Los creadores tenían dos opciones: largar todo y hacer un show diferente o renovar. Acordaron a medias. Lo más sensato en este escenario, es pensarlo como una nueva experiencia y añorar lo que fue sin esperar retornos. El resultado es, por lo pronto, interesante y divertido. Y la presencia de Kutcher es visualmente muy motivadora.

3 de noviembre de 2011

A jugar, ya!

Si no sos muy asiduo a las redes sociales, capaz anoche te diste con la sorpresa de que comenzaba una nueva sesión de Gran Hermano por Teleocho. La novedad no fue muy publicitada por la tele, pero explotó vía twitter, en donde se preparó la previa y se deslizó hasta la suma que cobraría Jorge Rial para conducir el reality durante los próximos seis meses (según Viviana Canosa 350 mil pesos por mes). Haciendo un poco de memoria, el célebre conductor había rechazado la primera oferta de Telefé para ponerse a la cabeza de la nueva edición. Poco le duró el motín: más de 2 millones de razones lo hicieron volver y aparecer con su mejor humor y vestido con una brillante chaqueta fucsia para dar comienzo al show, que este año viene con novedades.

Ahora bien. Qué tenés que saber para no quedar afuera en una reunión o cena o recreo en el que se hable del programa:

Hay 20 participantes y uno de ellos es cordobés. Nunca falta uno que con la tonadita apele a la simpatía de los televidentes. Si querés gastarlo tenés materia prima: el flaco dejó en suspenso la carrera de Derecho para entrar al programa.

Hay gente procedente de la Banda Oriental, confirmando lo que muchos sospechaban: Uruguay es una provincia más de nuestro país.

La casa incorpora esta vuelta un gimnasio, sauna y una máquina de tentaciones que vende cigarrillos y golosinas.

Los participantes ya no se pueden autonominarse, conducta que predominó durante las últimas ediciones y de la que hizo uso y abuso el reciente ganador Christian U.
El premio final está estipulado en un millón de pesos. No sé si tiene que ver con la inflación o la generosidad de los productores, pero la suma se ha duplicado. Eso sí: al monto se le restarán 50 mil cada vez que el ganador esté en placa, es decir, es muy difícil que alguien logre acaparar el total. Más difícil que en lo de Susana.

Otra cosa fastidiosa: para hacer el premio más jugoso, se decidió ahorrar en camas, por lo que habrá sólo tres. A pelearse para pernoctar, el que se vaya a Sevilla deberá acostarse en una bolsa de dormir.

Lo más novedoso es que ahora existe una casa dentro de la casa, casi como un gesto autorreferencial. En esta sub-habitación, que se denominó “la casa de al lado” viven una realidad virtual cuatro “aspirantes” que deberán “seducir al público”, según Rial, para ingresar al verdadero juego. Obviamente vía votación de la gente. Lo más gracioso es que no sólo esa casita es más chica que un monoambiente en Nueva Córdoba, pero que cada vez que los pibes tienen que hablar deben cerrar la puerta para que no los escuchen los otros. 

Y lo más relevante, si se quiere, es la creación de una sala privada que buscará resolver las “emergencias sexuales” de los participantes. Se entiende más o menos así: si tenés ganas de echarte un polvo apretás un botón rojo y se abre la puerta de una habitación en la que no habrá cámaras, pero sí micrófonos. Diez años le llevó a la producción entender que muy pocos valientes darían rienda suelta a sus instintos primitivos delante de un foco en vivo y en directo. Habrá que ver quién la usa, más aún cuando se supone que la sala sólo sirve para cumplir esa función.

Por último: habrá dos debates, uno a la tarde y otro a la noche, conducidos por Mariano Peluffo. Afortunadamente, a uno de ellos asistirá el gran filósofo Sebastián De Caro, que fue lo mejorcito que tuvo la edición pasada.

Bueno, listo. Ya tenés toda la info para no quedar afuera de las conversaciones diarias en la oficina. Después no digas que nadie te avisó.

Ojos azules

Afortunados aquellos que pueden ser testigos de la genialidad de alguien en un momento determinado de la vida, porque es muy poco probable que el fenómeno vuelva a ocurrir. Así podría describirse la sensación que queda al ver la nueva apuesta televisiva de J.J. Abrams titulada Person of interest. Y no porque la serie creada por uno de los escritores estrella del momento, Jonathan Nolan, y protagonizada por dos eximios como Jim Caviezel y Michael Emerson sea mala, todo lo contrario, pero no es Lost.

Sí, sí. Las comparaciones son odiosas. Ahí es donde pecamos los incautos expectantes, que después de idealizar la serie de los perdidos andamos boyando por la grilla televisiva en busca de algo que nos satisfaga pero encontrando la tarea harto difícil. Es hora de que alguien lo diga: no va a existir otro Lost por mucho tiempo. Y deberemos conformarnos con lo que hay.

Person of interest, es sin embargo, una buena serie. Emerson hace de un científico autor intelectual de una máquina que predice crímenes. Caviezel hace del ejecutor de una suerte de justicia preventiva de esos crímenes que todavía no han ocurrido. El programa tiene momentos destacables en términos de edición y recurre al clásico formato procedimental que resuelve el misterio dentro de la hora del capítulo, como pasa en tantos otros productos. No obstante, deja que el desarrollo de la personalidad e historia de los personajes principales (plasmada vía flashbacks) se convierta en el anclaje para que el espectador vuelva a ver el próximo episodio. Eso y los ojos azules de Caviezel: la justa medida del enganche.

Es ahí en donde Person of interest pisa fuerte y deberá seguir haciéndolo para poder permanecer dentro de una programación inescrupulosa que cancela programas por docenas por no cumplir la cuota de rating. Hasta el momento no se ha anunciado una segunda temporada, pero aún hay tiempo. La serie todavía está al aire en el hemisferio norte, fue bien recibida por la crítica y aunque muchos sigamos buscando un nuevo formato que nos despabile, ésta promete ser una decente transición y un pasable entretenimiento. Y los ojos azules de Caviezel, como el cabello de la Medusa, si los mirás directamente te dejan de piedra.

Si te la perdiste, el domingo 6 de noviembre, a partir de las 13.30, Warner Channel trasmitirá un maratón de los primeros tres capítulos: “Pilot”, “Ghosts” y “Mission Creep”. Tú decisión.

27 de octubre de 2011

Perro que habla, no muerde

¡Qué levante la mano aquél que no haya humanizado alguna vez a su mascota! No importa si es gato, perro, pececito, loro, tortuga. No se salva ninguna. Les ponemos nombres, les adjudicamos apodos, las charlamos, les contamos secretos, las dejamos dormir en la cama, las abrigamos con ropas en invierno, les compramos objetos innecesarios, las llevamos al doctor cuando se enferman, les sacamos fotos. Casi, casi como a un hijo. Es así, los animales domésticos ocupan desde hace tiempo un lugar especial en la vida de las personas. Son compañeros irremplazables y amigos fieles, y muchas veces hasta nos enseñan cosas. Pero de allí a que una de ellas tenga apariencia humana, hable nuestro idioma, fume marihuana, tome cerveza, coma hamburguesas y argumente sobre sexo, hay un camino muy largo.

Con esta última premisa trabaja Wilfred, la nueva serie de comedia que estrenará FX en las próximas semanas. El programa, que ya viene de afrontar con importante éxito su primera temporada en los Estados Unidos, está basado en su par homónimo australiano y protagonizado por Elijah Wood y el co-creador de la original, Jason Gann. Además, es producido nada más y nada menos que por uno de los cráneos hacedores de Padre de Familia (Family Guy), David Zuckerman.

Wilfred es una serie sobre la relación entre un perro y un hombre, pero muy lejos de aquella planteada por Colmillo Blanco o Lassie. Wilfred (Gann) es para todos, incluida su dueña, un perro común, silvestre y cariñoso. Sin embargo, el nuevo vecino de la cuadra, un ex abogado que se encuentra al borde del suicidio llamado Ryan Newman (Wood), lo verá como un hombre disfrazado. Por distintas circunstancias, ambos entablarán una extraña amistad que promete rayar la locura y darle a la serie un touch bizarro, cómico y al mismo tiempo pedagógico. Porque para sacar a Ryan de su depresión, Wilfred lo exhortará a vivir, como él, la vida despreocupada y simple de los caninos. Incluso cada episodio, que por ahora son 13, está titulado con una cualidad que puede atribuírsele tanto a los animales como a las personas: Felicidad, Confianza, Orgullo, Respeto, etc. Suena interesante.

Wilfred verá la luz en Latinoamérica el domingo 13 de noviembre a las 23.


Libertad, anhelado tesoro

Sin dudas que la libertad es uno de los estados o condiciones más preciados por cualquier ser humano. No en vano se han concebido guerras para proclamarla y se han perdido vidas en su nombre. No es tampoco casualidad que el Derecho imponga su falta a los que atentan contra la convivencia civilizada. En ese sentido, las prisiones son y han sido ese reducto por el medio del cual el hombre castiga las malas acciones del hombre. Y hecha la ley, hecha la oportunidad de violarla. El hambre de la libertad, en especial por parte de aquellos impedidos de ella por la fuerza, suele reinar sobre cualquier otra necesidad. Esto ha dado origen a las fugas carcelarias, material que en inagotables oportunidades ha sido utilizado por la literatura, la televisión y el cine para llevar entretenimiento a las masas.

Comparando la ficción con la realidad, hay que convenir que el escape de una penitenciaria siempre se vivirá con mayor estrés en una situación real. Sin irnos muy lejos, podemos recordar con un poco de aprehensión el caso local de la cárcel de San Martín, ocurrido no hace muchos años atrás en un barrio de nuestra ciudad. La situación mantuvo en vilo durante horas a la policía, vecinos, guardia cárceles, autoridades y presos, y dejó secuelas espantosas.

Por el contrario, en la ficción, siempre va a ser necesaria la complicidad del lector-espectador para conducir con éxito al protagonista a la libertad y de paso generar adrenalina y disfrute en aquel que es testigo virtual del escape. No funciona de otra manera. Numerosas historias o partes de ellas han estado inspiradas en ese acto último de desesperación, que lleva a los seres humanos a arriesgar todo con el fin de conseguir ser libres, no importa si son inocentes o culpables de los crímenes por los cuales fueron encarcelados. En el arte éste es un detalle menor. En toda buena trama la identificación con el prófugo es clave para que una fuga sea bien apreciada. Pensemos en Edmundo Dantes y su salida fortuita del Castillo de If en El conde de Montecristo. Pensemos también en Andy Dufresne que se arrastró por 500 metros de mierda hacia la independencia en Sueños de libertad. Pensemos en Billy Hayes y su huída accidental de la espeluznante cárcel turca en Expreso de medianoche. Y no olvidemos la persecución frenética de la que fuera víctima doctor Richard Kimble en El fugitivo.

Más cerca en el tiempo, los casos abundan: La Roca, Enemigos públicos, Yo amo a Phillips Morris, Sin escape, Camino a la libertad, Prision break, y seguro se me están pasando varias más. En todos esos casos, uno se pone del lado del que huye.

A medio camino entre la ficción y la realidad, Nat Geo acaba de estrenar, en formato documental, la serie Grandes escapes, que “con todo el cariz y la atmósfera de un programa de policías de Estados Unidos, presenta interpretaciones de alto voltaje de fugas verdaderas”. De manera meticulosa, utilizando material de archivo y personificaciones, el show toma un caso real y lo va a desmembrar quirúrgicamente, brindándole al televidente los detalles precisos acerca de cómo alguien pudo salirse de prisión. No siempre triunfan con su cometido. No siempre vuelven. No siempre nos causan empatía. El resultado: la exposición metodológica de un manual de escape para eventuales prófugos. Digno de verse. Aquí un bocadillo.

Lo pasan los sábados a las 11 por Nat Geo.

12 de octubre de 2011

Corre, pibe corre

Había una vez un hombre al que le gustaba correr. Corría donde podía. Corría estando encerrado. Corría aunque nadie lo persiguiera. Corría más rápido si alguien lo perseguía. Además de correr o, como consecuencia de esa necesidad constante de adrenalina, el hombre también robaba.

El ladrón (Der Räuber) es la historia (basada en la vida real) de un enemigo público austríaco que compitió en varios maratones y acechó bancos en la década del '80. A la hora del deporte, participó en varias competencias y detentó un récord en su país. A la hora de los asaltos, actuaba solo, vistiendo una máscara y un arma y se llevaba un poco de efectivo. Por supuesto, escapaba en un auto, lo dejaba lejos de la civilización y se volvía corriendo.

Dirigida por el joven alemán Benjamin Heisenberg, El ladrón (que fue neciamente traducida en nuestro mercado como Sin escape) está narrada de manera minimalista. Abundan los silencios aciagos que acompañan el carácter parco y reservado del protagonista, personificado delicadamente por el austríaco Andreas Lust. La única música que abunda es la respiración agitada del corredor y el sonido de sus pies galopando en el suelo.

Para los poco acostumbrados al ritmo de relato del cine europeo, El ladrón puede parecer por momentos un tanto lenta. Sin embargo, con paciencia, uno empieza a adorar esa quietud, a contagiarse de la adrenalina y, previsiblemente, como en un viaje de ida a “descosuelandia”, a identificarse con el delincuente. Como debe ser en todo filme que se precie.
Sigue en las salas. Aprovechen.

11 de octubre de 2011

Muy interesante

La semana próxima, más precisamente el martes 18 a las 21 horas, Warner Channel estrenará para Latinoamérica la nueva serie titulada Person of interest, que acaba de ver la luz en el hemisferio norte con críticas encontradas. A continuación algunas razones para estar atento y al menos ver el capítulo piloto.

Punto uno. Jim Caviezel es uno de los tipos más lindos que ha catapultado Hollywood a la fama relativa. ¿Qué es la fama relativa? Es esa fama que tiene Jim Caviezel. Un hombre que cumplía con todos los requisitos necesarios para arrasar con los papeles que, por ejemplo, ahora les ofrecen a Clive Owen o a Colin Firth. Pero no, Caviezel se dedicó a escoger roles secundarios en películas más o menos portentosas, que nunca le fueron redituables a nivel de notoriedad. Cuenta la leyenda que es muy religioso y que le costó un huevo hacer las escenas cachondas con Jennifer López en Mirada de ángel (y eso que la cantante lo eligió personalmente para que fuera su compañero en esa película). Capaz eso le juega en contra. Y no es que una otorgue a la fama un status superior a otras dotes artísticas, pero dan ganas de verlo más seguido.

Punto dos. Salvo algunas apariciones esporádicas en algunos shows de televisión, esta es la primera incursión permanente en la pantalla chica de Michael Emerson desde Lost. Se lo extrañaba mucho. Convengamos que la presencia de Emerson en la serie de los perdidos fue una de las cosas más importantes que ocurrió en la isla en las últimas temporadas.

Punto tres. Después de algunos pasos en falso (Undercovers) y algunos aciertos (Super 8 y Fringe) esta es también otra vuelta de J. J. Abrams como productor ejecutivo a la pantalla chica. Y convengamos que el hombre al que se le atribuye uno de los éxitos más grandiosos de los últimos tiempos en materia de shows televisivos, se ha convertido en una suerte de garantía a la hora de patrocinar y apadrinar nuevas experiencias.

Punto cuatro. Con un formato procedimental, Person of interest relata los pormenores de un científico (Emerson) que trabaja para el Gobierno estadounidense y un ex agente de la CIA (Caviezel) que está dado por muerto. Uno será el autor intelectual y el otro el ejecutor de una suerte de justicia preventiva de crímenes que todavía no han ocurrido. La fórmula ya fue probada con éxito: suena a una mezcla entre Minority report (aquél film con Tom Cruise) y Enemigo Público (aquél otro con Will Smith).

Habrá que ver si el sex-appeal-perfil-bajo de Caviezel, el carisma de Emerson, la inteligencia de Abrams y el formato cerrado de capítulos que se sirven a sí mismos, logran fusionarse en un buen combo que logre mantener a la audiencia entusiasmada. Hasta el momento es sólo expectativa.

10 de octubre de 2011

Mujeres que tocan fondo demasiado

Por fin una buena película para minas. A Dios gracias porque a alguien se le ocurrió sacar a Kristen Wiig un rato de Saturday Night Live (SNL), quitarle la peluca y ponerla al frente de Damas en guerra (Bridesmaids). Ya era hora que las mujeres de 30 y pico aparecieran frente a la lente con arrugas, kilos de más, imperfecciones y frustraciones que las conviertan en seres casi reales. Quieras o no, una se termina fastidiando de verse representada por los perfectos íconos de Sex and the City.

Annie (Wiig) no pasa por su mejor momento. Perdió todo su capital en un negocio que fracasó frente a la crisis, llevándose al tacho no sólo el dinero invertido sino también a su pareja. Comparte un departamento con dos personas desagradables, trabaja como empleada en una joyería y maneja un auto que se cae a pedazos. “Creo que has tocado fondo”, le dice su madre. Pero eso no es nada. La historia recién empieza. Pronto, su mejor amiga de toda la vida le pedirá que sea madrina de su boda y le presentará a su nueva mejor amiga. Y aquí es donde comienza la real debacle de Annie, cuando trata de competir con la bella, exitosa y millonaria Helen (Rose Byrne). Porque a una chica podés quitarle el laburo, la casa, el novio y la dignidad. Pero guay que le toques a una amiga.

Comparada, quizás oportunamente, con “Qué pasó ayer”, Damas en guerra es una historia sobre la amistad entre mujeres, con justas dosis de humor improvisado, hilarante, escatológico y muy bien encarnado por chicas que tienen años laburando en comedia: se destacan Melissa McCarthy, quien ganó este año un Emmy por Mike and Molly, y Maya Rudolph, también de la cocina de SNL. Quizás hacia el medio, la película peca de ser un poco larga y, hacia el final, de querer quedar bien con Dios y con el Diablo, pero no deja de ser una buena opción para reírse un rato, a carcajadas, hasta que duela la panza.

16 de septiembre de 2011

Jorge no te vayas, Jorge vení

Corría el año 2001 y Soledad ‘Solita’ Silveyra arengaba desde la pantalla: “Adelante mis valientes!”. Con estas palabras animaba a los jóvenes y neófitos participantes de la primera vuelta de Gran hermano. La mano puesta en la "cucaracha" escuchando atentamente lo que venía de producción, la sonrisa congelada, los brazos abiertos, la mirada naif y comprensiva, así conducía la actriz aquella experiencia que era nueva para todos: productores, conductores, participantes, televidentes, canales, chimenteros, etc. Desconozco por qué no funcionó, pero puedo arriesgar una teoría. Solita era buena mina, se ría, siempre buscaba ver la parte iluminada de la luna, del corazón y de la fuerza de las personas. Aquellos fueron los años felices en que el espectador premió con su voto la desgracia representada en distintos personajes, siempre necesitados de algo: dinero, afecto, otra oportunidad.

Pero la mirada del Gran Hermano no pudo permanecer siendo piadosa y ahí fue donde apareció Jorge Rial.

Rial, conocido por siempre encontrar en lado oscuro de la luna, del corazón y de la fuerza de sus célebres víctimas.
Rial, que hizo desaparecer de la faz de la tierra televisiva al primer ganador del reality, Marcelo Corazza, luego de exponer su sexualidad en una cámara oculta.
Rial que calificó a otro Gran hermano, Gastón Trezeguet, de “pelotudo y drogadicto” cuando el chico le dijo que era un “criminal” por violar el derecho a la intimidad de Corazza.
Rial, a quien convengamos, no le importa nada.

Sabiendo que los códigos televisivos son flexibles y que dentro de la caja boba mucho se perdona y olvida, ese mismo Rial llegó a conducir Gran Hermano a partir de la versión 2007. Según el sitio Primicias ya, esa temporada, con el chimentero a la cabeza, el show llegó a medir 50.3 de rating en su gala final.

Lo más intrigante, si se quiere, fue que desde aquellos días, se comenzó a premiar otra actitud en los participantes. La “necesidad” dio paso a la “estrategia”, la “vida misma” dio paso al “juego”, con sus máximos exponentes representados por Marianela Mirra y Cristian “U” Urrizaga, chicos que no tuvieron problema de “traicionar” a sus denominados amigos y convivientes para ganar el jugoso premio.

Hoy justamente, el ex paseador de perros y polémico último vencedor está de paso por nuestra ciudad para supervisar el casting local que Teleocho hará mañana sábado 17 de septiembre, para la edición 2012 de la casa más famosa del país.

Mientras tanto, Jorge Rial anunció en estos días vía twitter que ya no conducirá Gran Hermano. Termina una era. Desde que el popular animador comunicó su abdicación, se barajan nombres como los de Marley y Mariano Peluffo para reemplazarlo. Marley, que es más bueno que Lassie con bozal. Pero así es la vida. Para Rial, la “etapa ya pasó”. Y ¿para la audiencia qué? Hay que decir que, lamentablemente, para bien o para mal, sin él, ya no será lo mismo.






Chau Charlie, hola Ashton

Después de meses de zozobra, los fanáticos de Two and a half men, al menos los que se encuentran en el hemisferio norte del mundo, podrán volver a ver desde el próximo lunes su serie favorita. Ese día se estrena en Estados Unidos la nueva temporada de la exitosa comedia que tuvo durante 8 años como protagonista a Charlie Sheen, hasta que fuera despedido hace unos meses como consecuencia de sus problemas con las drogas y con las personas. Recordemos que tras una serie de enfrentamientos con los productores de la serie, su creador Chuck Lorre decidió que seguirían sin él, movida arriesgada para un producto que lo tenía como figura principal.

De lo que se conoce hasta el momento, Two and a half men comenzará con la supuesta muerte de Charlie Harper y el pronto ingreso de Walden Schmidt, encarnado por Ashton Kutcher, quien comprará la casa de Malibu que pertenecía al millonario escritor de jingles. Habrá que ver cómo encastran en esa fórmula al resto de los integrantes de la vivienda: Alan (Jon Cryer) y Jake (Angus T. Jones). El desenlace es aún un misterio.

El estreno viene acompañado de una super promoción que incluyó la promesa de Kutcher de desnudarse en todos los talk-shows que lo invitaran a conversar sobre el programa, y el lanzamiento de la nueva apertura que lo tiene como eje central.

Como contrapartida, Charlie Sheen, que asegura haber dejado las drogas y dedicarse ahora a la familia, promociona también por estos días el comienzo de una nueva serie que lo tendrá como protagonista: Roast of Charlie Sheen que verá la luz también el próximo lunes por el canal de cable norteamericano Comedy Central. Para darle viento, Charlie aguzó sus sentidos e invitó a numerosas figuras, entre las que se incluye su padre, el legendario Martin Sheen. Ambos no tuvieron mejor idea que hacer una parodia de una de las escenas más memorables de la película Apocalipsis Now, que tuvo al veterano actor entre su elenco.

La fecha de estreno en Latinoamérica de la nueva Two and a half men todavía es incierta, pero teniendo en cuenta la velocidad de las comunicaciones, es muy probable que no se demore mucho. Otra opción será conseguir verla por Internet.





9 de septiembre de 2011

Dejate al menos el sombrero puesto

Cuando uno se sienta a ver tele por estos días tiene que estar preparado para todo. Lejos quedaron aquellos años dulces en que, con un modelo de familia en mente, se podían agarrar programas como los Ingalls, Alf, La isla de Gilligan, etc. Por supuesto que ya había culebrones como Dinastía y Falcon Crest, en las que Joan Collins y Linda Evans podían aparecer en la cama pero tapadas hasta la altura del escote. Cuánto han cambiado las escenas hot desde entonces.

Hoy, las series vienen cada vez más destapadas y lejos de sugerir, ponen toda la carne a la parrilla con menúes que incluyen desnudos frontales femeninos y masculinos, y escenas sexuales de todo tipo y para todos los gustos, muchas de las cuales convierten a “9 semanas y media” en una película de Disney. Es más, el desnudo no sólo es propiedad de la ficción. Hasta el mismo Ashton Kutcher prometió hacer un striptease completo en todos los programas que lo inviten a promocionar la nueva temporada de “Two and a half men” que lo tiene como protagonista en reemplazo del despedido Charlie Sheen.

No estoy descubriendo la pólvora al anunciar la existencia de gente desvestida en la televisión. La falta de ropa en una constante en muchos de los shows que vemos por estos días. Y por si eso fuera poco, Internet hace el resto. Con una computadora, ahora se puede acceder a cualquier cosa. Lejos quedó la experiencia de buscar a un primo mayor para que alquilara en el videoclub barrial la película prohibida y verla en tu casa con tus amigos cuando tus padres estaban trabajando. Ahora con un poco de información y de ingenio, podés conseguir ver muchas series que en la caja boba siempre van en horarios de protección al menor.

Lo que surge en definitiva, es la pregunta del millón. ¿La tendencia vino para quedarse? ¿Es bueno o malo?

Hay un capítulo de Los Simpsons que ilustra esta disyuntiva. Al ver cómo la violencia que ejerce la TV transforma la conducta de sus hijos, Marge lidera una cruzada para eliminar los dibujos animados de “Tommy y Daly”, y lo consigue con ayuda de la gente. Sin embargo, más tarde una muestra de arte trae al David de Miguel Ángel a Springfield y el mismo grupo de manifestantes le pide a Marge que proteste contra lo que consideran una forma de obscenidad personificada por la escultura del hombre desnudo. Marge obviamente se niega alegando la legitimidad artística de la obra. Entonces, alguien le cuestiona: ¿por qué censurar una forma de expresión y no la otra?

Llevado al caso que nos atañe: ¿Por qué algunos desnudos nos molestan y otros no? ¿Cuál es la diferencia entre el desnudo de David, las colas que se ven en Tinelli, los gladiadores sin taparrabos de Spartacus, o los carentes de pilchas medievales de Game of Thrones? ¿La diferencia radica en quien lo mira? ¿La diferencia está en el hecho artístico? ¿La diferencia está en la función del arte? ¿Existe una diferencia? O ¿todos los desnudos son lo mismo? A mí se me queman los libros. Eso sí: se ha vuelto tan común que ya no da ni vergüencita.

Televisa tu aldea

Junto con los poderosos vientos que abundan en esta época, también llegan otros aires a Córdoba: los de cambio, al menos en lo que se refiere a la televisión. La pantalla chica local está a punto de estrenar varias producciones con sello vernáculo, que al menos intentarán contrarrestar el monopolio de la tonada porteña que emerge del televisor la mayor parte del tiempo.

La novedad no puede dejar de leerse en un nuevo contexto: la tendencia al disfrute de lo generado en esta parte del mundo y con gente nacida por acá cerca quizás se haya fortalecido con el buen momento que vive el cine cordobés. Recordemos que su máximo exponente, el film “De Caravana”, que fue promocionado mayormente por el boca-en-boca, logró romper récords históricos y de taquilla en nuestra ciudad. A esto se suma también el apoyo del Estado Nacional, que promueve el concurso de series de ficciones para señales de TV Pública y que impulsó económicamente algunos de estos trabajos que cuentan con elevados niveles de producción y puestas en escena exquisititas.

Que una producción local tenga un excepcional éxito no significa que el resto pueda correr con la misma suerte, pero al menos muestra una disposición de los productores locales y del público cordobés a apostar por lo propio, y a verse reflejados en el cine y la televisión con un poco más de profundidad y no sólo por el personaje secundario simpático que acompaña a los porteños en alguna aventura, o el galán que baila y habla gracioso. En buena hora.


Lo que se viene

"Universo científico": Primera serie de documentales cordobeses sobre ciencias, conducidos por el periodista de Página/12, Leonardo Moledo. Es una iniciativa del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Córdoba, la Facultad de Matemática, Astronomía y Física de la UNC y los SRT. Serán cuatro envíos sobre teorías científicas fundamentales: Big Bang, Evolución, Genética y Gravitación universal.

La Purga”: Miniserie de 13 capítulos, coproducida por Garabato Animaciones y Prisma Cine, asociadas con el Multimedio SRT. Cuenta la historia de Agustín, un chico que vive una tragedia personal, y busca subsistir en un barrio popular de Córdoba empobrecido y afectado por el narcotráfico y la delincuencia.




Edén”: Con producción local de Oruga Films y un elenco de nivel nacional, esta miniserie relata en 13 episodios las historias de personajes famosos que pasaron por el mítico hotel de La Falda.




La 40”. Documental en formato de road movie, producido por Atrox y Canal 10. Muestra a distintos personajes que a bordo de un viejo colectivo Mercedes Benz -devenido centro cultural itinerante-, realizan un viaje por la ruta que cruza la Argentina.




Argentinos por Adopción” es un documental también producido por Garabato Animaciones y que descubrirá cómo viven distintos extranjeros que decidieron hacer de éste país su lugar en el mundo.




Universo científico arranca este martes a las 23.30. Argentinos por Adopción se emitirá en 2012. Las otras tres comenzarán en octubre. Todas por por canal 10.

24 de agosto de 2011

Sexo, fantasía y sangre por televisión

2011 tal vez sea recordado como aquel año en que se estrenaron series épicas en Latinoamérica. En algunos casos, se trata de productos que ya fueron testeados con éxito en otras latitudes, mientras que otros llegan casi de la mano con sus lanzamientos en los Estados Unidos: Los Borgia, Camelot, Spartacus, Game of Thrones, Los Kennedy, por nombrar algunas. Estos son los nombres de la temporada, que además remarcan una nueva tendencia que ya se viene dando en la pantalla chica: las escenas sexuales son cada vez más explícitas y las escenas sangrientas son cada vez más gráficas.

Una de las que llama la atención por su exquisita producción y puesta en escena, es Game of Thrones, producida por HBO y con el estelar de Sean Bean, a quien quizás recuerdes de otro supermegatanque como fue "El Señor de los Anillos". Elegir a un actor de esa talla para encabezar un elenco de televisión es aparentemente una fórmula que viene dando resultados y que en otras épocas hubiera sonado hasta inverosímil. Los actores consagrados no volvían a la pantalla chica, era casi como que te mandaran a Siberia. Sin embargo, la tele viene gozando desde hace un tiempo de un prestigio inusitado y seguramente debe retribuir buenos dividendos ya que muchas estrellas no tienen problema de bajar sus estándares para encarar productos de este tipo.

Game of Thrones es la primera novela de fantasía de la saga "Canción de hielo y fuego", escrita por el norteamericano George R. R. Martin. Relata la vida de varias familias luchando por el poder en la tierra de Poniente mientras que unas criaturas extrañas merodean el lugar. Los complots son cosa común, las intrigas sexuales abundan, las escenas sangrientas son el pan nuestro de cada día, y a la hora de los bifes hay que decir que cada capítulo deja con ganas de ver el próximo. Lamentablemente, esta serie está disponible para aquellos que tienen la posibilidad de acceder no sólo a la TV por cable sino también al paquete Premium, pero gracias a las nuevas tecnologías es posible verla vía Cuevana, aunque sometiéndose a los tiempos de descarga y a las desventajas del soporte. Vale la pena.

Otra de las más singulares es Spartacus: Sangre y Arena, serie que ya lleva algunos capítulos en FX (los miércoles a las 23). Para los más despistados, hay que aclarar que no se trata de un programa protagonizado por algún juez federal vernáculo, aunque incluye una exhibición constante de hombres en paños menores. Este Spartacus relata la vida del famoso esclavo tracio obligado por los romanos a desempeñarse como gladiador para recuperar a su mujer y el honor perdido.

No es el primer intento hollywoodense por llevar a la pantalla las luchas en la arena de los circos romanos. En 1960 Kirk Douglas ya se había puesto en la piel del guerrero y recordemos también al Gladiador de Russell Crowe, que con otro nombre y otros detalles, fue inspirado por este personaje. En esta versión, y tal como su nombre lo indica, se hace culto de la sangre y de la amputación con una estética similar a la del filme “300”, recurriendo mucho a la cámara lenta, los gráficos y del efecto “rocío” (que consiste en regar todo de rojo). Además, predominan las escenas subidas de tono: el sexo es un deporte practicado tanto o más que las peleas, las ropas brillan por su ausencia y el recato es sapo de otro pozo. La única decepción de esta producción, y que viene por adelantado, es saber que el protagonista de la serie, el atractivo Andy Whitfield, será reemplazado en la segunda temporada(debido a una enfermedad) por otro chico musculoso.

27 de junio de 2011

Yo me quiero separar, ¿y usted?

La vida en pareja no es fácil. Es difícil imaginarse al príncipe azul levantándose temprano para ir a laburar. Más aún cuando ya está un poco pelado y le gusta arrancar con la primera cerveza del día al alba. La imagen no es grata. Y viceversa. Con el tiempo las mujeres también dejamos traslucir algunos defectos, en especial el de la apatía, que es lejos uno de los peores vicios a vencer, si es que alguna vez se lo logra. Sí, la vida en pareja no es fácil. No lo digo solamente yo.

Encima, como si fuera poco saber que, según estadísticas de por aquí cerca, los divorcios duplican a la cantidad de casamientos, una tiende a imaginarse a Blancanieves consultando al espejo mágico antes de casarse, para saber qué va a pasar de acá a diez años, cuando la pasión se haya desvanecido, la vida sexual haya desaparecido y la rutina haya terminado por amalgamar una receta con final infeliz. En definitiva, cuando de las perdices que habla el cuento no haya ni rastro. ¿Se hubiera casado esa chica?

Ahí, justo en ese momento lóbrego, es cuando Derek Cianfrance decide ubicar su historia de un amor: "Blue Valentine". Dean y Cindy (protagonizados impecablemente por Ryan Gosling y Michelle Williams) constituyen una pareja que tiene una hija, trabajos rutinarios, una vida ardua, un automatismo amargo. Nadie entiende cómo llegaron hasta allí, hasta ese presente descolorido. Blue Valentine es una historia que comienza por el presente de la pareja. Sin embargo, se trata de un presente que podría interpretarse como el futuro, probable, muchas veces, que les espera a miles de novios en el mundo que un día apostaron por el “hasta que la muerte nos separe” y ni siquiera llegaron a viejos juntos.

Si tuvieras la bola de cristal y pudieras ver tu matrimonio encaminándose a la ruina, ¿evitarías casarte? Tal vez sí. Tal vez no. Quién sabe. Quizás la moraleja radica en que el amor es siempre más fuerte. O en que la necesidad de amar triunfa sobre la factible adversidad. Pero si algo queda claro es que, no siempre, el amor asegura un final feliz.

Aprovechala en el cine, todavía sigue en cartelera.

25 de junio de 2011

Fabio Zerpa sigue teniendo razón

Desde que Orson Wells aterrorizó a los ciudadanos de Nueva Jersey y Nueva York con una adaptación radial de La Guerra de los Mundos, las historias sobre extraterrestres que viajan a la Tierra combinada con los medios masivos de comunicación y el séptimo arte, básicamente pueden dividirse en dos grandes grupos: la de los aliens malos que vienen a atacarnos (Transformers, V Invasión, El día que la Tierra se detuvo, Señales, Invasores, Día de la Independencia) y la de los aliens buenos que andan perdidos, deben esconderse y terminan a nuestro cuidado (Alf, Mork y Mindy, ET, K-Pax, American Dad, Roswell), sin contar con el ingrediente de la abducción (Los expedientes X, Taken).

No mucho ha cambiado en todos estos años, al menos que yo recuerde, sin embargo, la ciencia ficción protagonizada por seres provenientes de otras galaxias sigue causando fascinación en la audiencia. El hombre, como raza, es un bicho raro de costumbres ambiguas. No solo ha diezmado al único planeta en el que habita, eliminando y sometiendo a otras especies, sino que además gusta de proyectar su carácter depredador en un ser superior y ponerse en el lugar de la víctima: es atacado sin motivos aparentes por seres viles que quieren dominarlo, justamente lo mismo que le hace a la naturaleza. A lo mejor tiene mucho que ver con el pánico hacia lo desconocido, o con ese instinto de supervivencia del más apto, o una combinación de ambas. Lo cierto es que las películas y series sobre extraterrestres, no pasan desapercibidas y muchas veces terminan siendo una metáfora sobre nuestra existencia.

Uno de los últimos ensayos en ese sentido es la lustrosa Falling Skies que se estrenó el viernes luego de semanas de previa y expectativa. Sin embargo, más allá de la sonora producción de Steven Spielberg, la participación del dibujante cordobés Juan Ferreyra, y el protagonismo del ex médico John Carter de ER Emergencias (Noah Wyle), el argumento no le escapa a nadie que haya visto alguna vez una del género. Hasta el momento, después de un capítulo lanzamiento de dos horas, la serie no promete nada innovador. Los bichos cambian, las mañas perduran: un buen día estás desayunando con tu familia, yendo a laburar, llevando a tus chicos a la escuela, tratando de educarlos, y de repente un grupo de ovnis ignominiosos mata a tu esposa, abduce a tu hijo, y te pone una pistola en la mano. La sociedad ordenada en la que nos gusta vivir a los occidentales debe resistir el ataque, emigrando, movilizándose, militarizándose e irónicamente combatiendo no sólo a los aliens y a sus robots asesinos, sino a otros humanos que quieren hacer prevalecer sus intereses sobre los del resto. La autoridad paterna prevalece, la familia no se cuestiona, la religión sí, hasta el momento los bichos no se han dejado ver mucho y lo único en común con nosotros es su carácter mortal. En definitiva, por ahora, Falling Skies es una de esas historias que cabe en el primer grupo mencionado arriba y que reúne varias características de todas esas películas. ¿Habrá que darle tiempo para progresar? Lo decide usted en su casa.

La repetición del primer capítulo podrá verse el próximo viernes a las 20 por TNT. Capítulo estreno los viernes a las 22 por TNT.

17 de junio de 2011

Un mundo perfecto

- Dedicada a las chicas que leen Bonelli -

Confieso que nunca había oído hablar de Florencia Bonelli hasta la semana pasada. De adolescente fui instruida por mi abuela en la lectura de novelas rosas de autores como Danielle Steel y Sidney Sheldon, pero habían entorpecido mi apreciación de la realidad sumiéndome a una búsqueda implacable de príncipes azules que no existían y contribuyendo a crear un Super Yo demasiado exigente. Poco a poco fui creciendo y mis fábulas de amor me hicieron ver que los hombres estaban muy lejos de ser parecidos a los altos y rubios modelos que servían a mujeres despampanantes de esos libros, no precisamente por las características físicas, sino por que simplemente esos tipos no existen. Así, me fui enemistando con las páginas románticas y buscando otro tipo de lecturas como "1984" y "Un mundo feliz", que distaban mucho de ser platónicas. El psicoanálisis y la Universidad hicieron el resto.

El jueves pasado, en una incursión por las redes sociales me topé sin querer con una conversación ajena en la que varias amigas mencionaban a Bonelli, o más bien dicho, la idolatraban. Las conversaciones vía Facebook tienen eso: una puede inmiscuirse en un tema del que poco sabe, sin ser notada, sin tener que aportar al diálogo, casi como escuchar por detrás de la puerta. En fin. Las chicas discutían sobre escenas de varios de sus libros, hablaban sobre noches en vela leyendo, conversaban sobre maridos que no complacían sus expectativas y declaraban embarazos no deseados atribuidos al poder del libro. Me sentí muy tentada por saber de qué se trataba. No era "El Secreto", ni alguno de estos libros de autoayuda. Entonces, ¿qué tenía esa mujer que hacía que una mina perdiera horas de sueño leyendo y después se lanzara hacia el primer torso velludo que se cruzara por su camino?

La respuesta me la dio mi librero masculino de confianza. “Bonelli escribe novelas eróticas señorita”, me dijo. “Ahhhh”, respondí yo con cara de póquer. No es fácil disimular inmutabilidad frente a una frase de esas características. Es casi casi como ir a comprar forros a la farmacia. “Déme dos”, le dije a continuación. Pero mi librero de confianza, no estaba del todo acertado. Habiendo leído “Lo que dicen tus ojos” en dos noches, y no viendo la hora de empezar a leer su continuación “Caballo de fuego”, descubrí qué hacía delirar a mis amigas. Bonelli no escribe solo historias sexuales, sino que tiene el gran poder de crear personajes masculinos ideales, personajes femeninos perfectos y contextualizar a ambos en una historia de amor de esas que es muy poco probable que existan, con dosis de pasión que duran más que una pila Duracell, y encima les dedica un final feliz. Tratar de describir lo que genera Bonelli en sus lectoras es como tratar de describir colores. No se puede. Hay que sentirlo.

Los máximos detractores de esta contadora cordobesa devenida escritora, apuntan a la carga estereotipada de su discurso y su previsibilidad. Ella misma lo reconoce y se defiende (a sí misma y también a sus lectoras) en una entrevista que le hizo el diario La Nación el año pasado: “Final feliz siempre. Sabemos que los personajes van a terminar juntos, el chiste es cómo van a llegar hasta ese final. Cómo sortean los problemas, quiénes los van a querer separar. A otras personas les gustará leer una literatura más filosófica. A nosotras nos gusta esto”. Y sí. El deseo femenino por el príncipe azul todavía goza de buena salud.

11 de junio de 2011

Me cacho en el doblaje

El doblaje de las películas viene ganando fuerza desde hace varios meses, quizás años ya. De a poquito, sin que nos diéramos cuenta, la españolización neutra que no refiere identidad de ningún tipo, se fue trasladando de sus dominios de la televisión por aire a los canales del cable, éstos últimos supuestos reductos para los cinéfilos hogareños que gustan de ver que Tom Hanks y Bruce Willis tienen en realidad voces distintas.

El primero de los que yo recuerdo que anuló el idioma original de los filmes fue Space. Además fue uno de los primeros en dejar de comprar películas nuevas. Le siguió The Film Zone, en donde comprobé con angustia cómo Matt Damon hablaba perfecto castellano y no con su esposa argentina, sino con Franka Potente en la primera de Jason Bourne. Cinemax siguió más tarde, incluso doblando al español películas argentinas como “Un novio para mi mujer”, aunque usted no lo crea.

Así sucesivamente, pasando por Warner, hasta el 1 de junio, fecha en que la ofensiva culminó con Cinecanal anunciando el doblaje del 100% de su material al español, el único canal que además no hacía cortes publicitarios (al menos no tan largos) durante las emisiones. Después de esto, se podría decir que la televisión paga a la que uno accedía en busca de estrenos, idioma original y no-publicidad, termina prestando el mismo servicio que la TV por aire (al menos en lo que respecta a los canales de películas). Habrá que pagar HBO

No quiero sonar anti-lengua. Pero existen infinitas razones para reclamar ver películas en su idioma original, más aún pagando por ello. En el cine, como en toda expresión artística, parte de la perfomance de los actores está reflejada en el habla, en la entonación, etc. Por más que el doblaje sea el mejor del mundo, no es lo mismo.

Nadie cuestiona que a las películas para niños las pasen dobladas, pero para los adultos que estamos acostumbrados desde muy temprano a leer los subtítulos, debería haber opciones. Uno que lo hace es el canal Studio Universal, que tiene la costumbre de pasar la película elegida para el prime-time dos veces, una en idioma original con subtítulos y la otra en español. Será engorroso, pero celebro la decisión, aunque disminuya la cantidad de títulos.

Y no me refiero solo a los filmes provenientes del gran país del norte. Si bien muchas de las películas que consumimos en Argentina vienen de Hollywood, están habladas en inglés, y las probabilidades de comprenderlas son mayores para aquellos que conocen la lengua anglosajona, la misma regla debería aplicarse para todos los idiomas: francés, alemán, iraní, etc.

Mel Gibson comprendió esto cuando filmó la de Jesús en arameo, Tarantino comprendió esto cuando filmó “Bastardos sin gloria” en cuatro idiomas distintos respetando la lengua de todos los países involucrados en la historia, y Mike Newell no entendió nada cuando filmó “El amor en los tiempos del cólera” con Javier Bardem diciendo “love” y "for ever" en vez de "amor" y "por siempre". Llevar al celuloide a García Márquez con un protagonista ibérico hablando en inglés fue uno de los sacrilegios más grandes de la era moderna, casi similar a la de los “chilenos” Trueba de “La Casa de los espíritus”.

Pensalo así: No es lo mismo "Run, Forrest, run", que "Corre, Forrest, corre"; ni "My precious!", que "Mi precioso!"; ni "I'll be back", que "Volveré"; ni "You talkin' to me?", que "Me estás hablando a mí?"; ni "Show me the money!", que "Muéstrame el dinero"; ni "You can't handle the truth!", que "Usted no puede manejar la verdad".

Tampoco es lo mismo “La puta que vale la pena estar vivo”, que “Bitch, it’s worth to be alive”; ¿Qué pretende usted de mí?, que “What do you want from me?”; “Putos no faltan, lo que faltan son financistas”, que “Gays are not lacking, what is lacking are financiers”.

Tótem vs. Ídolo - La marca Brad Pitt y los nuevos galanes

Brad Pitt es una marca registrada. Hace rato. No estoy descubriendo la pólvora con semejante declaración. Mi generación se ha criado y crecido con esa marca. El nombre y lo que de él se desprende, el significado y significante, es ya universal y remite a belleza masculina, con ciertas añadiduras que dependerán siempre de la cultura. En occidente puede agregarsele éxito, dinero, fama, conquista sexual, (sumale lo que se te ocurra).

Si no estás de acuerdo te sugiero un ejercicio. Date vuelta y preguntale a cualquier persona que tengas cerca si Brad Pitt le parece lindo. La respuesta en el 99,9% de los casos será positiva. Mujer u hombre, no importa. En toda mi vida, conocí a una sola persona que opinó que el rubio actor de “Fight Club” no estaba bueno. La mina era una de esas típicas personas con síndrome de “el contra”, aquella dolencia que lleva a quien la padece a siempre encontrar en todos los putos órdenes de la vida la quinta pata al gato. Pero sobre gustos no hay nada escrito según me cuentan.

Ahora bien, el mundo no estaría superpoblado si la universalidad de la belleza comandada por la industria del espectáculo determinara la perpetuidad de la especie. Para decirlo en criollo, si para todas la perfección estuviera estipulada por las cualidades de Brad Pitt estaríamos en el horno. Brad Pitt es el tótem, pero a la hora de los bifes cada uno tiene su propio ídolo. Es acá donde volvemos a replicar el ejercicio. La siguiente pregunta que debes hacer a la misma persona que tenés cerca es “cuál es el actor/celebridad/rockero/deportista/etc. más lindo” y ahí es donde comienzan a aflorar las individualidades.

Para ilustrar con un ejemplo, en pleno apogeo de la supremacía "bradpittiana", en un capítulo de 2001 de "Sex and the City", las chicas desayunan y hablan boludeces. El diálogo es más o menos el siguiente: “¿Con quién fantaseas a la hora de bla bla bla?”. Respuesta generalizada: “Russell Crowe”. Diálogo continúa: “¿Qué hacían las mujeres antes de Russell Crowe?”. Respuesta generalizada: “George Clooney”. Como podrás ver, las chicas no lo nombran.

La omisión obviamente calculada de Brad Pitt en ese comentario de las cuatro minas más famosas de New York, puede considerarse más una clara decisión política que una distracción. Los motivos pueden ser múltiples: porque está muy gastado, la respuesta es re obvia, etc.; pero no se trata de un simple descuido. El año anterior el tipo había ganado el título de “hombre vivo más sexy” y en el mismo año, Jennifer Aniston lo invitaba (eran novios entonces) a participar de uno de los capítulos de "Friends". El tipo estaba en la cúspide de la fama.

Sin embargo, la idea de los guionistas de “Sex and the City” de otorgarles el crédito a los otros dos (terriblemente facheros qué duda cabe) que en su mejores años fueron seres codiciados pero que también han sabido engordar y dejarse pelos sin afeitar para lograr efectos inversos, es una evidente toma de posición acerca de lo que las mujeres queremos después de todo.

Adoramos al tótem, pero nos conformamos con el ídolo (incluso a la hora de fantasear). Que sonría como George Clooney y no importa si no se afeita en una década total se le ven los dientes a la distancia. Que sea varonil y rudo como Russell Crowe, no importa si engorda 30 kilos, eructa cerveza y come como desaforado. Ellos son tus “brad-pitt”. Porque Brad Pitt puede engordar, dejarse el pelo largo y teñirse de morocho, pero le sigue quedando bien.

Y por fin la síntesis de este análisis: acá va una breve lista y aproximación a los nuevos galanes (siempre en el ámbito cinematográfico), que ya existían hace rato, que superan los 30, que nunca serán como Brad, pero vienen a ocupar espacios copados por Russells Crowes y Georges Clooneys, y otros sex symbols que, quiera yo o no, llega un punto que se agotan (solo por el hecho de no ser Brad Pitt). Estas nuevas caras encantan a mujeres en estos tiempos, capturan grillas, están en todas las películas, son tapas de revista y también son considerados “sexiest man alive”, etc.; pero de repente, son nuevos para tus ojos y siguen siendo "imperfectos": Ryan Reynolds, Bradley Cooper, Alex Tous, James MacAvoy, Romain Duris, Patrick Wilson. Están por todos lados, en el cine, en el cable, en DVD, sólo hay que saber mirar. Disfruten, antes de que desaparezcan.

26 de mayo de 2011

City tour

Soy cordobés, y ando sin documentos, porque llevo el acento de córdoba capital”, dice el cuarteto. Si sos cordobés y alguna vez cruzaste los límites provinciales hacia el resto del mundo, sabés que apenas abrís la boca, la tonada te pone en evidencia. Esa es una de las características que nos definen desde pequeños y que no podremos evitar nunca. Pero hay otras que son adquiridas luego y, aunque no practicadas, se nos adjudican como propias: el fernet, el cuarteto, el choripan, el chiste fácil, etc. (vos completá el resto). Yo no tomo fernet, ni bailo cuarteto, y soy bastante aburrida, pero si sos cordobés tenés que aceptar y asentir cuando te sirven la bebida, te ponen la música y te piden que les cuentes chistes. Debés responder al estereotipo.

En fin. Son esas cosas a las que los nacidos y criados en Córdoba nos terminamos acostumbrando. Otra cosa a la que nos terminamos acostumbrando es a NO ver cine cordobés, al menos no en el circuito comercial. Uno se habitúa también a que el cine “nacional” tenga solo tonada porteña, actores porteños y mucha denuncia. Sí, el cine argentino muchas veces busca entretener, pero aprovechando la volteada para redimir cuestiones históricas, sociales, de clase, etc. No porque el cine deba solo entretener y no reflejar la realidad, pero termina siendo una causa en sí mismo.

Por muchas de estas razones, me gustó “De caravana”. Fui a verla y salí muy conforme, aunque hay que reconocer que a veces empalaga. La película, de la que habla todo el mundo y que recibió críticas positivas en todos lados, tiene una buena historia, pero también tiene un detalle reprochable que es la sucesión de estereotipos: la Mona cantando “Quien se ha tomado todo el vino”, el travesti que pone un salón de belleza, el baile, el chori en el Parque Sarmiento, el fernet y el tetra de vino, la chispa del chiste cordobés, el hincha de Talleres y Belgrano; por momentos es como si llegaras a La Docta y te hicieran un tour de dos horas por todos los clichés mediterráneos.

Sin embargo, la apuesta por el argumento universal de la love-story al tipo chico-apático-abc2-conoce-chica-humilde-que-quiere-superarse-y-se-enamoran-mientras-viven-una-serie-de-eventos-desafortunados, no deja de estar buena, la peli está muy bien hecha, hay buena química entre los personajes y tiene actuaciones superlativas como la del “Laucha”. De caravana logra amalgamar estos aspectos: nos invita a vernos a nosotros mismos, no hace causa de las diferencias, y te entretiene con una historia divertida. Y la hizo un equipo cordobés. Ya con eso se te hincha el pecho de orgullo.

No esperes que la editen en DVD. Todavía está en cartelera (por cuarta semana) en los Dino, en el Espacio INCAA Unquillo y en el Gran Rex. Andá y apoya el talento local. No seas indiferente.

Sacate la peluca

Johnny Depp es sin dudas uno de los mejores actores de su generación. Lejos, el más versátil de todos los que nacieron en la década del 60 y que han hecho suspirar a las minas de todas las edades, especialmente las que nacimos en los 70.

Indefectiblemente este talento del que está dotado, que lo distingue sobre el resto, le favorece a la hora de aceptar papeles rebuscados y excéntricos. Se los ofrecen y él los hace de maravillas. Pero eso nos juega en contra a nosotras, porque, desde la perspectiva más egoísta de todas, siempre sale disfrazado, con pelucas y mucho maquillaje, y ni siquiera se parece a Johnny Depp. Y yo quiero ver a Johnny Depp.

Vos podrás decir que este comentario es estúpido, y te doy toda la razón, pero hay que tener en cuenta que mucho de lo que lleva a las masas de mujeres a ver una película como “Piratas del Caribe”, es precisamente la presencia de Johnny Depp.

Las minas de hoy en día estamos ocupadas, tenemos laburos exigentes, jefes rompe-pelotas, hijos o sobrinos demandantes, esposos-novios-etc. dependientes, en definitiva muy poco tiempo disponible, así que cuando llega la hora de relajarnos y ver algo bueno en la tele o en la gran pantalla, capaz lo último que se nos cruza por la cabeza es falshear con Willy Wonka, un pirata parecido a Keith Richards y mucho menos con el Sombrerero Loco de “Alicia en el País de las Maravillas”. Muy por el contrario.

Todos estos motivos llevaron a que cometiese el error de alquilar “El turista” aún sabiendo que había sido una de las peores películas realizadas el año pasado. Cómo será de mala, que el cómico Ricky Gervais en la ceremonia de entrega de los Globo de Oro, dijo que la única razón por la que ese film estaba nominado era porque el organizador (la prensa extranjera en Hollywood) quería pasar el rato con Johnny Depp y Angelina Jolie (mirá el video a partir del minuto 1.40, es genial). Y es verdad. Película lamentable si las hay, pero con uno de los Johnny Depp más lindos de los últimos tiempos. Al menos vale para eso.

Ojalá Johnny acepte en el futuro más roles parecidos.

Tiene magia, tiene hechizo, pero dónde es que lo tiene

De onda… ¿qué le ven las minas a James Franco? No recuerdo un actor más insípido desde que Clive Owen desparramara un galón de insipidez en “Más allá de las fronteras” con otra terrible insípida como Angelina Jolie.

El tipo parece sacado de acá a la vuelta, no tiene glam, no derrocha simpatía, no es lindo y todavía no estoy segura si actúa bien. James Franco es uno de esos pibes que te tienen que avisar que está ahí, de lo contrario ni te acordás que existe. Por las dudas te repaso: fue el “amigo” del Hombre Araña (actuación ampliamente superada por Willem Dafoe como su padre), fue el “novio” de Sean Penn en “Milk” (actuación ampliamente superada por el otro novio interpretado por Diego Luna), fue el “amante” de Julia Roberts en “Comer Rezar Amar” (actuación ampliamente superada por la sola presencia de Javier Bardem), fue imagen de Gucci, fue el “deportista” que se queda atrapado en “127 horas” (rol por el que fue nominado al premio de la Academia!! como para que te des una idea de lo superpromocionado que está el hombre), y fue el conductor más insípido de la ceremonia del Oscar de la historia reciente. Perdón, pero no hay sinónimos válidos para describir a un insípido como este. Voy a tener que seguir llamándolo insípido.

Lo que resulta llamativo es cómo la industria ha logrado colocar a este chico en la cúspide de la celebridad, en detrimento de otros actores de su misma generación que lo superan ampliamente en dotes histriónicas (y muchas veces infravalorados) como James McAvoy, Jonathan Rhys Meyers, Ryan Gosling o Cillian Murphy.

Si sos temeraria y te bancas la insipidez extrema podés verlo sufrir horrores, solo, durante varios minutos, en su última película disponible: “127 horas”. Leí por ahí que algunas personas en no-sé-qué-país-desarrollado se desmayaban en la escena clímax de este film que incluye una amputación (suena a marketing, pero me surge la duda sobre quién querría ir a ver algo que a otro le hace perder el conocimiento).

Y eso que el pibe no me hizo nada, pero no lo puedo ni ver.