Ya había confesado anteriormente que tengo sentimientos encontrados hacia Leo DiCaprio. No me lo banco en películas como “Titanic” o “La Playa”, pero el tipo me ha sabido conquistar en otras como “Los Infiltrados” o “Revolutionary Road”. Bueno, para bien, ya estrenaron en Warner Channel la película “Diamante de sangre” (Blood Diamond).
Es sabido que el rubio actor de 35 años -devenido gurú ambiental hollywoodense- ha invertido tiempo, dinero y capacidad en promover acciones contra el cambio climático y fue visto acompañando al premio Nobel de la Paz, Al Gore, durante la promoción del video documental “Una verdad Incómoda”. En otra de sus incursiones de carácter “comprometido”, DiCaprio integró el proyecto de Diamante de sangre, que muestra la guerra civil en Sierra Leona, sostenida por la búsqueda del control de la explotación de piedras preciosas, que con el consentimiento de grandes empresarios del rubro son traficadas a mercados europeos y norteamericanos, donde luego se venden a precios siderales.
Este filme es quizás un ejemplo menos logrado de lo que fue también “El jardinero fiel” (The Constant Gardener), dirigido por el genial brasilero Fernando Meirelles y reconocido con un premio Oscar y un Globo de Oro, que exponía el gran negocio que algunas compañías farmacéuticas hacían con la enfermedad en África.
En ambos casos, películas de este tipo reflejan una tendencia que va ganando espacio en Europa y Estados Unidos: la concientización sobre los problemas del Tercer Mundo vista a través de la cámara de cine. Estos temas “sociales”, que usualmente le son a Hollywood infinitamente lejanos, se espera puedan conmover a un público pochoclero en problemáticas sobre las que muchas veces tienen poco conocimiento.
En Diamante de Sangre, la intención podría resumirse en provocar la toma de conciencia de un desorientado novio norteamericano para que pida un comprobante de origen antes de comprar el anillo de diamantes para su prometida. O a los raperos, o a Maradona. No vaya a ser cosa que hayan derramado sangre en un país distante para conseguir la piedrita, y de allí el nombre que le da título al filme en cuestión.
Buena película, buen protagónico, buenos acompañamientos de Djimon Hounsou y Jennifer Connelly. Lo único que me hace ruido es que DiCaprio parece de 20, tiene 35 y hace de tipo de 40. Dirigida por Edward Zwick (Leyendas de Pasión/El último samurai), la pasan mañana a la medianoche por Warner.
3 comentarios:
que te puedo decir..que si Di Caprio (que no me gusta nada)puede mediante su facha hacer abrir los ojos de miles de personas adormecidas...bienvenido sea...es una forma de advocacy con tanta gente olvidada !!! (sabes quien soy no? )
Me imagino quien sos. Doc?
pero ya tuve que hacer de detective una vez para descubrir a un pesado, así que ya se me acabaron las ganas de andar jugando a Sherlock Holmes. jajaj. besos.
La película me gustó, siempre que alguna se juega y denuncia algo merece mis respetos.
Y a Di Caprio lo respeto, me parece que el pendejo en cada película labura mejor, es muy buen actor (ahora) y ya me olvidé de Titanic.
Publicar un comentario