3 de enero de 2011

Había una vez

Había una vez Robert Downey Jr. Ese tipo que la mayoría recuerda con los zapatos y las mímicas de Charles Chaplin, sentado luego esperando un Oscar que nunca llegó. El estaba convencido de que lo iba a ganar, pero la Academia probó ser hostil con los inadaptados. Y este chico era uno de esos inadaptados. A esa altura de los tiempos, Robert Downey Jr. era uno de los mejores actores de su generación, pero tenía más fiestas encima que un sándwich de miga, era amigo de vagabundear por callejones de Los Ángeles sin rumbo fijo, y de vez en cuando se cargaba un chumbo por si las moscas. Combinación complicada si las hay, encima tenía la mala fortuna de cruzarse seguido con la policía.

Terminó preso. Recuerdo la noticia porque su detención arruinó para siempre el final de la cuarta temporada de “Ally Mc Beal”, en esas terribles instancias en que la realidad se cruza con la ficción y el hombre se confunde con el personaje. Lo echaron de la serie, era poco asegurable y, según dijo, muy propenso a terminar comprando heroína en cuanto saliera del calabozo. Recuerdo también haber sentido nostalgia por aquel probable futuro negro en el que no lo vería nunca más. Y justo ahí, el tipo conoció a una buena mina.

Lo que sigue corre el riesgo de convertirse en un cliché hollywoodense, pero nobleza obliga, hay que decir que afortunadamente a Robert Downey lo salvó el amor. Su ahora esposa, Susan Levin, una productora de cine, le dio suficientes ganas de andar por la vida sin tantas aspiraciones pero con el talento intacto.

A Robert Downey también lo salvó “Iron man”. Esa performance del yuppie-egocéntrico-justiciero mucho más alegre que Bruce Wayne, por el que le pagaron la irrisoria suma de 500 mil dólares, le devolvió la gloria derrochada entre viaje y viaje narcótico. Porque hay que decirlo, Robert Downey pudo haber perdido dinero, neuronas, auto respeto y dignidad, pero nunca perdió su chispa. Y la industria, que lo mantuvo al margen durante muchos años, recibe por estos días al hijo pródigo de 45 años con un banquete de los que ella sabe dar: tapas de revistas, títulos honorarios de “sexiest man alive” y “hombre más influyente”, 10 millones de dólares por “Iron man 2”, un Globo de Oro por "Sherlock Holmes" y una nueva nominación al Oscar por su delirante rol en “Una guerra de película”. Y la lista sigue. Nobleza obliga bis, hay que decir que Robert Downey está mejor ahora que cuando tenía 30.

Había una vez Robert Downey Jr. Y colorín colorado, la vida ¿empieza a los 40?

Iron man: Domingo 16 de enero, a las 22:00 hs. por FOX.

2 comentarios:

Vivi dijo...

me gusta, me gusta mucho él, en la película que quieras y en la serie... Lo empecé a seguir cuando era un niño y hacía esas pelis tipo El Cielo de equivocó ( así se llamaba?), esa otra con Mel Gibson, donde eran pilotos y la memorable Chaplin, el tipo es un genio y lejos de compararlo con un crack como Maradona, en ambos casos, me importa tres carajos lo que hagan de su vida privada. No hablamos de esto ya sobre Charly Sheen ? otro en el que se confunde su papel en la serie y su vida... Qué más da, me gustan los actores y los personajes, al fin y al cabo el gusto por los famosos sabemos que es totalmente una fantasía que los seres de a pie nos podemos hacer, y sólo eso.

Tati dijo...

El cielo se equivocó!! esa que anda con unos fantasmas y hay un bondi que los persigue!! jajaj. muy buena!! Otra de esa época es "Chances are", en la que nace como el marido reencarnado de Cybill Shepherd... un ídolo. lo adoro.
A mí no me importa qué haga el hombre con su vida privada, yo simplemente me alegro de que al menos siga estando ahí.