3 de febrero de 2011

En la salud y en la enfermedad

El cine tiene la capacidad de hacernos reflexionar y de preguntarnos qué haríamos en una situación determinada. Cuando ese objetivo está cumplido, se podría decir que el mensaje llegó a destino y que por lo tanto la película que acabamos de ver no es del todo mala. En lo que respecta a amor y las enfermedades, Hollywood ha brindado varios ejemplos de este tipo: se me vienen a la cabeza “Dulce Noviembre”, “Todo por amor”, “Otoño en Nueva York”, todos filmes que tienen algún enfermo terminal en el medio, alguna historia de amor y desencantos, y alguna decisión que tomar.

Lo que llama la atención en el caso de “De amor y otras adicciones”, que entra dentro de la categoría, es que el padecimiento de uno de los personajes (Parkinson) está presente desde el principio en la historia. No es que uno se entera tarde de que el otro está enfermo, o que el enfermo miente que se cura, o que uno se enferma en medio de la relación, o el que está enfermo no le cuenta al otro nada para que no se tome el palo, etc. Acá está clarito desde el principio, por lo que el argumento gira en torno a la cuestión de saber hasta dónde llegarán estos pibes por amor (y ahora que lo pienso en el resto de las películas que nombré arriba también, pero bué).

La parejita linda está formada por Jake Gyllenhaal y Anne Hathaway que ya habían compartido un poco de cama y carne en “Secreto en la montaña”, aunque a él le gustaran los machos. Acá Gyllenhaal se heterosexualiza y le pone muchos huevos a la parte amatoria, que abunda en posiciones, lugares y artefactos, cosa que yo vi de reojo y ruborizada porque soy muy tímida. Otra cosa que abunda y que funciona como segunda trama -aunque fuera la razón de la película originalmente-, es la historia de los visitadores médicos, que si estuvieran tan buenos como los de esta película yo hubiera estudiado Medicina.

“De amor y otras adicciones” te deja pensando, un rato al menos, capaz después te tomás un café, te subís al auto y te cagas olvidando de todo. Pero no al pedo alguien agregó “en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad” a la cláusula.

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