3 de noviembre de 2011

A jugar, ya!

Si no sos muy asiduo a las redes sociales, capaz anoche te diste con la sorpresa de que comenzaba una nueva sesión de Gran Hermano por Teleocho. La novedad no fue muy publicitada por la tele, pero explotó vía twitter, en donde se preparó la previa y se deslizó hasta la suma que cobraría Jorge Rial para conducir el reality durante los próximos seis meses (según Viviana Canosa 350 mil pesos por mes). Haciendo un poco de memoria, el célebre conductor había rechazado la primera oferta de Telefé para ponerse a la cabeza de la nueva edición. Poco le duró el motín: más de 2 millones de razones lo hicieron volver y aparecer con su mejor humor y vestido con una brillante chaqueta fucsia para dar comienzo al show, que este año viene con novedades.

Ahora bien. Qué tenés que saber para no quedar afuera en una reunión o cena o recreo en el que se hable del programa:

Hay 20 participantes y uno de ellos es cordobés. Nunca falta uno que con la tonadita apele a la simpatía de los televidentes. Si querés gastarlo tenés materia prima: el flaco dejó en suspenso la carrera de Derecho para entrar al programa.

Hay gente procedente de la Banda Oriental, confirmando lo que muchos sospechaban: Uruguay es una provincia más de nuestro país.

La casa incorpora esta vuelta un gimnasio, sauna y una máquina de tentaciones que vende cigarrillos y golosinas.

Los participantes ya no se pueden autonominarse, conducta que predominó durante las últimas ediciones y de la que hizo uso y abuso el reciente ganador Christian U.
El premio final está estipulado en un millón de pesos. No sé si tiene que ver con la inflación o la generosidad de los productores, pero la suma se ha duplicado. Eso sí: al monto se le restarán 50 mil cada vez que el ganador esté en placa, es decir, es muy difícil que alguien logre acaparar el total. Más difícil que en lo de Susana.

Otra cosa fastidiosa: para hacer el premio más jugoso, se decidió ahorrar en camas, por lo que habrá sólo tres. A pelearse para pernoctar, el que se vaya a Sevilla deberá acostarse en una bolsa de dormir.

Lo más novedoso es que ahora existe una casa dentro de la casa, casi como un gesto autorreferencial. En esta sub-habitación, que se denominó “la casa de al lado” viven una realidad virtual cuatro “aspirantes” que deberán “seducir al público”, según Rial, para ingresar al verdadero juego. Obviamente vía votación de la gente. Lo más gracioso es que no sólo esa casita es más chica que un monoambiente en Nueva Córdoba, pero que cada vez que los pibes tienen que hablar deben cerrar la puerta para que no los escuchen los otros. 

Y lo más relevante, si se quiere, es la creación de una sala privada que buscará resolver las “emergencias sexuales” de los participantes. Se entiende más o menos así: si tenés ganas de echarte un polvo apretás un botón rojo y se abre la puerta de una habitación en la que no habrá cámaras, pero sí micrófonos. Diez años le llevó a la producción entender que muy pocos valientes darían rienda suelta a sus instintos primitivos delante de un foco en vivo y en directo. Habrá que ver quién la usa, más aún cuando se supone que la sala sólo sirve para cumplir esa función.

Por último: habrá dos debates, uno a la tarde y otro a la noche, conducidos por Mariano Peluffo. Afortunadamente, a uno de ellos asistirá el gran filósofo Sebastián De Caro, que fue lo mejorcito que tuvo la edición pasada.

Bueno, listo. Ya tenés toda la info para no quedar afuera de las conversaciones diarias en la oficina. Después no digas que nadie te avisó.

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