21 de diciembre de 2009

Bésame mucho

Tengo dos amigos que viven en Yacanto de Calamuchita. Los tipos dejaron atrás el sabor a ciudad y emprendieron el camino hacia lo agreste, a vivir la vida de pueblo. Lo cierto es que están solos la mayor parte del año, en especial en invierno cuando llueve, nieva y hace temperaturas bajo cero. Después de ver “Secreto en la Montaña”, inevitablemente el grupo los estigmatizó y no hay chiste sobre su vida que no haga referencia a la película. ¿Cómo andan las ovejas?, ¿pusieron la carpa afuera?, ¿cómo se calientan cuando hace hace frío?; son algunos de los ejemplos relacionados. Creo que eso da una pauta de lo fuerte que fue ese filme.

Yo lo vi varias veces y siempre lloro al final. La primera vez tuve que terminarla sola, porque frente a la primera escena hot, mi compañero murmuró un sutil: “Mirá lo que me hacés ver”, se levantó y se fue a la mierda. Debo confesar que yo me sentí un poquito incómoda, pero más tarde cuando estos dos pibes casi se matan con ese beso contra la pared, entendí que para trasmitir amor no hacen falta heterosexuales. La pareja de rancheros de Wyoming me vendió esa relación y yo me la creí de principio a fin. Por eso siempre busco pañuelos cuando termina, igual que con “Diario de una pasión”, “África mía” y “Amada Inmortal”.

Podés considerarla una simple historia de amor, pero para mí es una de las mejores, porque es de las que duelen. Duele cuando el amor no es correspondido, y más aún cuando no es correspondido para los otros. Y Heath Ledger se pasa. Debieron haberle dado el Oscar por esta, cuando todavía estaba vivo. Una lástima.

Les dejo a mano el beso del reencuentro. Hermoso.

3 comentarios:

Tati Sánchez dijo...

Dedicada a mis queridos amigos Pepe y Gastón, los extraño mucho!

Anónimo dijo...

La película es excelente, los actores están muy bien y la música esta buenísima. La voy viendo dos veces y me sigue impactando y tambien me gusta porque va mas alla de la homosexualidad. pero igual no se le quita lo maraca!

romu =)

Tati Sánchez dijo...

Romu: me extraña, yo pensaba que los porteños eran más tolerantes.