Una noche con Ricardo Fort

Si todavía no sabés quién carajo es Ricardo Fort, es porque nunca prendés la tele. El hombre aparece hasta en Disney Channel disfrazado de Barney. Está en todos lados, evidenciando aquél viejo teorema que ya todos conocíamos y que sostiene que hay una vida mejor, pero es más cara. Sí, para vivir como Ricardito hay que ser multimillonario. Ese es su único pecado.

Ricardito es como un empleado del SUOEM, todos lo odiamos, pero si vienen mañana y te ofrecen su laburo lo aceptas en menos de lo que canta un gallo. Ricardito es la versión local masculina de Paris Hilton, esa chica-manual norteamericana que te enseña cómo dilapidar la fortuna paterna comprando cosas caras y viviendo de joda en joda. Pero ¿quién puede culparlos? Capaz nunca escucharon al Indio Solari cantando esa partecita de “Un poco de amor francés” que dice “el lujo es vulgaridad”.

En fin, Ricardito es de esos casos que a mí me hacen preguntarme, ¿qué está primero, el huevo o la gallina? ¿Son los medios los que recolectan basura? ¿O somos los televidentes los que la acopiamos en casa? Pregunta de diván.
Yo a vos te voy a hacer una más fácil: ¿Qué harías si tuvieras por un fin de semana la guita de Ricardo Fort? No vale caretear que la vas a donar a una obra de caridad. Acá solo califican respuestas basadas en el más vil de los egocentrismos. A mí ya se me acalambraron los dedos escribiendo ideas.

En fin, si querés conocerlo prendé la tele a cualquier hora. El tipo tiene más pantalla que la hora y la temperatura.

PD: Una amiga me dijo que prefería bancarse a Ricardo que al noticiero de canal 13. Allá ella. Yo prefiero cortarme las venas con una cuchara. Pero sobre gustos no hay nada escrito.

PD2: Nunca más me como un Fel-FORT.

PD3: Si no te gusta ver tele, Ricardito va a estar de cuerpo presente el miércoles 30 en una fiesta en el Orfeo. ¿Vamos?